jueves, 1 de septiembre de 2011

[...]

Si fuese de cartón, quizás no sentiría frío o calor, quizás no sentiría hambre ni sed, quizás no sentiría dolor. Podrían hacerme todo el daño que quisieran porque no sentiría nada. Tirarme, pisarme, golpearme e incluso cortarme. No sentiría nada. Seria libre pues ningún sentimiento me ataría. Serviría de apoyo en los momentos más duros en los que nadie quiere hablar de ellos, solo en la soledad con uno mismo, pañuelo de lágrimas.

Toda parte grata tiene oculto su lado oscuro.

No sentiría placer, no sentiría las caricias ni el olor de tu piel. Estaría presa en mí ya que no podría moverme por mi misma y ningún acto sería en mi voluntad. No reiría ni haría reir, no podría dar palabras de esperanzas a quienes lo necesitasen.

Entonces, ¿que hacemos cuando algo tiene dos partes, una buena y otra mala? ¿y si todo tuviese esas dos partes?

He herrado como cualquier otro ser humano millones de veces. He caído en lo más hondo y he vuelto a resurgir, he estado en la cima y he resbalado de repente.
Puedo ir más ayá de lo que estoy acostumbrada y si no pudiese rompería esas barreras con mi imaginación.

¿Pero que hacer en cada circunstancia? ¿Por qué lado decantarme?
Puede ser que siempre elijo el camino equivocado, pero el más acertado, puesto que en cada reto, cada arañazo, cada recuerdo son sellados en mi memoria como grandes experiencias.

No soy quien para decir a nadie que debe o no hacer. Solo estoy segura que por cualquiera de los caminos nadie resultará ileso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario